No.1 Open Mindset Notes

Cristina Muñoz  

Monrovia, una nueva aventura


Sobre cómo aterricé en Liberia.  

Mi nombre es Cristina. Soy española y Médico especialista en diagnóstico de Enfermedades Infecciosas, especialmente la enfermedad de la Malaria.  También soy un espíritu inquieto y viajero, siempre buscando nuevas  experiencias que enriquezcan mi vida.  

En el ano 2018, surgió la oportunidad de colaborar con un hospital de Monrovia, capital de Liberia, a través de una fundación española. Con gran entusiasmo, pues siento una gran pasión por ayudar a los demás y conocer otras culturas, hicimos las maletas y volamos hacia África mis dos  perritas y yo.  

Foto de mis perritas Coco y Rubí en nuestro nuevo hogar en Monrovia


Mis primeras impresiones sobre la ciudad de Monrovia  

Todo el europeo que haya viajado al continente africano, siente que es completamente diferente a cualquier lugar de Occidente donde haya vivido  anteriormente. Y el aeropuerto Roberts Internacional de Monrovia no es una excepción.  

Entre el aparente caos, hay muchas reglas y ordines solo conocidas  por la población local.  

Con la fatiga acumulada por los preparativos de mudarnos a Liberia durante  unos 15 meses, mi primer desafío fue recoger a las perritas en el aeropuerto.  

A pesar de ello, no fue difícil adaptarnos a nuestra nueva vida. Mucho trabajo en el  hospital y largos paseos por la playa cerca del Hospital.

  

Foto de un grupo de pescadores en la playa cerca del hospital donde trabajaba  


Tras unos años desde el fin de una larga Guerra civil y de sobrevivir a  la mayor epidemia del virus de ébola, Monrovia era una ciudad muy  pobre, con michas casas destruidas y niños correteando descalzos por  las calles todo el día.  

En apenas unos días pase de no saber situar Liberia en el mapa, a sentirme parte  de la Comunidad que me rodeaba. Caminar por las calles de Liberia era un poco  triste. Muchos edificios destruidos y muchos niños sin poder ir a la escuela porque  sus familias no tenían dinero para pagar las escuelas.  

Por otro lado, mis paseos con las perritas por la playa eran maravillosos. Y a menudo nos rodeaban los niños, extrañados por la presencia de mis perras.

¡¡Así fue como comenzamos a tener nuevos amigos!!  

Caminando mas alejado, observe a una comunidad de personas que sacaban arena de la playa para hacer ladrillos y otros elementos para construir casas.  

Había muchos niños y niñas que trabajaban todo el día, sin ir a la escuela.  Pensé que tenia que hacer algo para ayudar al menos a algunos de ellos.

 

Foto de mi primer encuentro con mi grupo de alumnos  

Así que a través de mi nueva amiga Frederick, una chica alemana que conocimos  en la playa, contactamos con el padre Johny y la Iglesia Católica en Monrovia.  

Así conseguimos presentarnos en la Comunidad donde vivían estos niños que no  iban a la escuela y proponerles nuestra ayuda.   

Foto de nuestras niñas en su primer día de colegio  

¡Gracias a la ayuda económica de varios amigos españoles, conseguimos el dinero para ayudar a que 8 niñas y 1 niño pudieran comenzar a ir a la escuela!!!  

Todos hicimos un gran esfuerzo. Los estudiantes dejaron de estar solos en la casa o en las calles, a madrugar, vestirse bien e ir a la escuela.